domingo, 2 de septiembre de 2018

TERMORREGULACIÓN

Fuente: http://aprendiendobiolog.blogspot.com/2014/06/la-termorregulacion.html
Elaborado: Alejandro Costa
Las respuestas reflejas de la musculatura esquelética, como los escalofríos que permiten generar calor debido al movimiento muscular, se producen gracias a la corteza cerebral, que controla estas respuestas, actuando como un centro de integración. Las respuestas voluntarias, que permiten controlar la temperatura, como moverse o desabrigarse, también son controladas por este centro. El hipotálamo envía señales usando nervios del sistema nervioso autónomo, libre del control de la voluntad y de la conciencia, es decir, no son respuestas que el organismo ha decidido realizar. Por lo tanto, para poder comunicarse con los órganos efectores, la división simpática es quien aumenta la temperatura y la división parasimpática es quién la disminuye. Para aumentar la temperatura, el hipotálamo estimula la contracción de la musculatura lisa de las arteriolas ubicadas cerca de la superficie del cuerpo, evitando la pérdida de calor a través de la piel. Además, desvía el volumen de sangre hacia el interior del cuerpo, donde es más necesario mantener el calor para para el funcionamiento adecuado de los tejidos y órganos. También, estimula la piloerección o piel de gallina, respuesta útil de mamíferos peludos, ya que, el pelo erizado es un mejor aislante térmico. (Portal Educativo Conectando Neuronas, 2016)

Estimula, además, la secreción de adrenalina desde la médula de las glándulas suprarrenales, lo que acelera el metabolismo, lo que genera calor. Por otro lado, para disminuir la temperatura, estimula la vasodilatación de las arteriolas superficiales, que permite transmitir calor al exterior mediante radiación, y la sudoración, ya que, cuando el sudor es liberado por las glándulas sudoríparas se evapora, y el cuerpo pierde calor. Cuando los valores normales de temperatura se han restablecidos, los termorreceptores detectan este cambio, por lo cual, disminuyen la frecuencia con los que envían señales hacia los centros de integración, determinando que los órganos efectores suspendan o disminuyan su actividad. La termorregulación es la capacidad del cuerpo para regular su temperatura dentro de ciertos límites. Se utiliza para describir los procesos que mantienen el equilibrio entre ganancia y pérdida de calor. Si se añade o quita una determinada cantidad de calor a un objeto, su temperatura aumenta o disminuye, respectivamente, en una cantidad que depende de su capacidad calorífica específica con un ambiente. Por ejemplo: La temperatura normal del cuerpo de una persona varía dependiendo de su sexo, su actividad reciente, el consumo de alimentos y líquidos, la hora del día. La temperatura promedio en adultos saludables es de 36,7 °C. (Anónimo, El Sistema Digestivo , s.f.)

El sistema endocrino, es quién actúa, cuando el organismo se expone a situaciones que conllevan un descenso de temperatura por un largo tiempo. Para ello, la glándula tiroides secreta tiroxina (T4), quién se transforma en T3, que es la hormona encargada de regular la temperatura corporal; además, estimula el crecimiento de los tejidos y es imprescindible para el desarrollo del sistema nervioso. El hipotálamo es quién recibe la información cuando el organismo sufre un descenso de temperatura, por lo que empieza a producir y liberar el factor liberador de tirotrofina, que es una horma que estimula a la adenohipófisis, para que empiece a producir y liberar tirotrofina, hormona que actúa en la tiroides, para que se empiece a secretar tiroxina. Esta hormona actúa en todas las células y provoca un aumento del ritmo metabólico, lo que produce energía en forma de calor. Finalmente, el aumento de la temperatura corporal o de los niveles de tiroxina en la sangre inhibe la secreción hormonal del hipotálamo, de la adenohipófisis y de la tiroides. (Portal Educativo Conectando Neuronas, 2016)


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